Día 22 - Preparación Espiritual

 Tesoros Devocionales - Secretos Espirituales Hudson Taylor

 

 

Día 22

Preparación Espiritual

 

¡Sean manifiestas tu obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes! Que el favor del Señor

nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la

obra de nuestras manos.

 

SALMO 90:16-17

 

 

El deseo de ser prósperos en nuestros asuntos seculares y en nuestras empresas espirituales es natural, y pocos hay que no estén preparados para coincidir con Moisés en su última petición expresada en el salmo 90. Esta petición es perfectamente legítima si se mantiene en el lugar apropiado. Se debe notar, sin embargo, que no está en el primer versículo del salmo, sino en lo último. Si ella ocupa en nuestros corazones el mismo lugar que ocupó en la oración de Moisés, este será un lugar bueno y seguro que podremos ofrecerle.

 

¿No estaremos más interesados en que la belleza del Señor nuestro Dios repose sobre

nosotros, que en que Él confirme la obra de nuestras manos?

 

La historia de Moisés es bastante instructiva. Él no era un hombre joven cuando por primera vez intento liberar a su pueblo Israel. Y como cualquiera podría decirlo, no es que le faltara preparación o que no tuviera equipado para ello. No obstante, sí carecía de la preparación espiritual necesaria. Su ego tenía todavía el control de su vida y eso lo llevó al fracaso. Cuando quiso hacer algo por su pueblo, siguió adelante con base en “suposiciones”. Humillado por su fracaso y habiendo aprendido lecciones que necesitaba aprender, no volvió a intentar su empresa de liberación hasta que Dios mismo lo presionó a hacerlo.

 

La sola liberación del mal y de la aflicción conduce a una vida de auto-satisfacción, carente del conocimiento o del interés en los grandes propósitos de Dios. De ahí que en este salmo Moisés orara pidiendo que tus obras sean manifiestas a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes.”

 

Esta oración no es menos apropiada en nuestros días que en los tiempos de Moisés. En su oración él sigue diciendo: “Que el favor del Señor, nuestro Dios, esté sobre nosotros.” No solamente que sea revelado a nosotros. Y cuando Moisés descendió del Monte Sinaí, el favor o la belleza del Señor estaba sobre Él, así que su oración es porque todo el pueblo de Dios refleje la belleza de su carácter.

 

¿No estaremos más interesados en que la belleza del Señor nuestro Dios repose sobre nosotros, que en que Él confirme la obra de nuestras manos? Que este sea nuestro principal objetivo. Entonces que la petición venga, en su lugar adecuado, la petición venga, en su lugar adecuado, la petición: “Confirma en nosotros la obra de nuestras manos, sí, confirma la obra de nuestras manos.”

 

Oh Señor, nuestro Dios, mis prioridades en la oración con frecuencia están invertidas.

Instrúyeme en tus caminos, muéstrame tus grandes obras y el esplendor de tu Hijo, y que tu

favor y belleza reposen sobre mí mientras procuro glorificarte en todo lo que hago. Amén.