Día 23 - Príncipe y Salvador
Día 23
Príncipe y Salvador
Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y
perdón de pecados.
HECHOS 5:31
Estas palabras del apóstol Pedro indicas los oficios para los cuales Dios exaltó a Jesús. Notemos bien el orden: primero usted debe aceptar al Príncipe si desea recibir al Salvador. Hay muchos individuos que desearían ser salvos y permanecer inconversos, porque no quieren someterse a sí mismos, rendir su voluntad y rendirlo todo a Dios. Muchos otros son salvos a medias, si es que podemos decir tal cosa, porque no aceptan al Príncipe en su vida, y en consecuencia no tienen un Salvador que los libre eficazmente en la hora de la tentación. Pueden ver el cuadro de su vida al mirar a un niño pequeñito tratando de caminar. El niño puede gatear, incluso puede dar pasitos, pero cuando se trata de caminar, tropieza y cae. Eso exactamente les ocurre a las personas que no tienen un Rey. ¡Oh, sí; rechazar al rey no produce ninguna utilidad! Así como el hijo prodigo se moría de hambre y vestía harapos mientras que en casa de su padre tenía los mejores vestidos y el carnero gordo esperándolo, así mismo hay descanso, hay paz alegría, hay fruto y poder dentro del reino de Dios y bajo su autoridad.
El niño puede gatear, incluso puede dar algunos pasitos, pero cuando se trata de caminar
tropieza y cae.
¿Puede usted caminar en al vida cristiana mi querido lector? ¿Tiene éxito y prospera en todo lo que emprende? ¿Reciben respuestas todas sus oraciones? ¿Recibe sin temor cada mañana? ¿Es cada día para usted un salmo, y cada noche una acción de gracias, cantada a veces en tonos tristes, pero canción al fin y al cabo? ¿Las personas que le rodean pueden ver en su vida un testigo del reino de Dios? ¿Se nota el señorío de Dios en su trabajo, en su forma de vestir, y en su estilo de vida? ¿Las personas que lo visitan se sienten impresionadas por la realidad del reino de Dios? ¡O hay muchas cosas, algunas cosas, tal vez solo una cosa sobre la cual usted reclama su derecho a decir por sí mismo? Recuerde que tal demanda y tal derecho destrona de su vida a su Señor y Maestro, en la medida en que usted depende de su poder, no importa cuan pequeño o trivial sea el asunto. Esa acción equivale a decir: “No quiero que Él reine sobre mí” (Lucas 19:14). Si vive o desea vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, estará feliz de permitirle al Señor reinar en su vida, y entrar así a disfrutar de toda la plenitud del Señorío tanto como de la provisión divina, entregándole todas sus debilidades y sus fracasos. ¿Es el Señor su rey cuando dice: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19)?
Escudriñad mi corazón, Señor, y ocupa tu lugar como absoluto Señor de mi vida. Derriba
todas las cosas que impidan que Tú seas mi Príncipe, tanto como mi Salvador. Amén.