Capítulo I - Encendido por la Palabra de Dios
Capítulo I
Encendido por la Palabra de Dios
y el Espíritu Santo en Favor de las Almas
Testimonio del siervo de Dios: José Ignacio Jaramillo Agudelo Pastor y Fundador del Ministerio Evangelistico Templo de Fe
TEXTO GUIA: EZEQUIEL 22:30
CAPITULO I: La Iniciación.
Dice la palabra de Dios en el libro de Ezequiel capitulo 22 versículo 30 “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mi, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Y que Dios nos añada la bendición que tanto necesitamos en ésta hora, por su palabra, y por su Santo Espíritu. Gloria a Jesús.
Dios ha querido, que le comparta a usted mi testimonio, por donde Dios me ha permitido pasar para obtener realmente la salvación del alma, y ya que en su misericordia me ha dado un Ministerio para poderle llevar a otros ésta palabra.
Conocí el evangelio en el año de 1975, en la ciudad de Pereira el 7 de agosto, bajé a las aguas bautismales día para mi feliz, día para mi precioso e inolvidable, Dios se comenzó a glorificar en mi vida; en la congregación donde conocí el evangelio, allí eran de mucha santidad; el pastor predicaba santidad, predicaba la palabra de Dios tal como estaba escrita, directa porque así fue que la acomodó el Espíritu Santo, para poder que nos dé vida.
Conocí ese bendito evangelio y al principio, donde conocí el evangelio, la palabra era tremenda, era palabra de santidad, tan tajante y tan directa, que cada vez tenia uno que pasar adelante, al frente a pedirle perdón a Dios y a suplicarle que por favor nuestras vidas quieren ser realmente de él, y le clamábamos a Dios, pues la palabra nos confrontaba el malvado corazón. El tiempo fue pasando y feliz, feliz, estábamos con el Señor, la iglesia donde pertenecía, era una iglesia que fluía; el local no era tan grande, pero tenía hacia donde extenderse y como la gente iba y se llenaba, en la iglesia estábamos en los primeros asientos porque queríamos recibir la bendición de Dios. Que bendición tan grande, todos felices y contentos. Tenían que estar tumbando paredes, pues la iglesia, creció, y creció hasta que llegó el momento que llegó la directiva que manejaba ésta misión para ordenar al pastor. No lo habían ordenado como Pastor.
Entonces lo iban a ordenar como tal, cuando la directiva le comenzó a hacer las preguntas al pastor que en ese entonces era mi pastor. Le preguntaron ¿Te sometes a los reglamentos y estatutos de tal misión? El pastor decía amen, y estamos de acuerdo que las iglesias tengan sus reglamentos y estatutos, pero tienen que estar de acuerdo y conforme a las sagradas escrituras, o sino no hay nada que hacer.
Estamos perdidos, así es el problema en muchas congregaciones, lo que hay es mandamientos de hombres, dogmas de hombres, y ahí metieron la doctrina de salvos siempre salvos; y por eso le preguntaron al pastor que si se iba a someter a ellos, y que si se sometía a las reglas y estatutos de esa misión. El pastor dijo amén; después le dijeron a él: Fulano de tal, no prediques santidad, porque se te va ir la gente, no prediques santidad, porque se te va a ir la gente, y esto era diabólico en gran manera, ¿Por qué? Porque este hombre entre mas predicaba santidad, mas se estaba glorificando Dios que hizo los cielos y la tierra, mas se estaba manifestando Dios, le digo que la gente corría donde éste pastor; y donde este mismo siervo hubiera perseverado en lo de Dios exactamente y como iba, Pereira, Colombia hubiera tenido un avivamiento espectacular.
Pero no se supieron llevar las cosas y le dijeron al pastor; No prediques santidad porque se te va a ir la gente; y el hermano cayó en la trampa y no dijo amen. Después le dijeron algo que mató a la iglesia, repito esto porque tenemos que saber bien las cosas; allá se estaba glorificando Dios en una forma espectacular, todo el mundo recibíamos esa palabra poderosa, todo el mundo recibíamos esa palabra de exhortación. Esa palabra que confrontaba nuestro malvado corazón. Y le dijeron: al Espíritu Santo déjalo quieto, que tu te sometes a nosotros.
¡Tremendo esto! A partir de ese momento, así no lo quiera creer mucha gente, de esa congregación se apartó el Espíritu Santo de Dios. Y eso fue evidente porque comenzó a entrar el pecado en la iglesia, comenzó el paganismo a entrar, en esa congregación donde las mujeres cambiaban, su vestir inmoral e inmodesto, lo cambiaban por la honestidad en el vestir, comenzó, a entrar la inmoralidad, se metió el mismo diablo; los cultos ya no eran iguales, y la alabanza y la adoración, ya no se sentía nada, en las predicaciones, ya la predicación cambió, era solamente predicaciones de halagos y de lisonjas para la iglesia.
Como se metió el paganismo, como se metió la inmoralidad a esa congregación, como se metió en todo el mundo hoy en día. Como se metió el diablo hasta el satanismo, La iglesia se apagó, la iglesia como iglesia se murió, bajamos a la mediocridad, a la tibieza espiritual, había veces que yo me preguntaba, y decía dentro de mi, yo no puedo creer que esto sea el evangelio porque todos nos tibiamos, ahí por la misericordia de Dios no caíamos en la fornicación o en adulterio, fue solo la misericordia de Dios que nos guardó; ¡eso fue terrible!
Fue un apagamiento tremendo, eso no solo entro a la congregación donde yo nací, sino a las iglesias de Pereira y Colombia y a las del mundo. El diablo se metió y apagó al Espíritu Santo, dentro de la iglesia de la gran mayoría de las congregaciones de la ciudad, ¡Las apagó! Y ¡las mató!