Día 25 - Santos e Irreprochables

 

 

Día 25

Santos e Irreprochables

 

Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma

santa, justa e irreprochable. que Dios los fortalezca interiormente para que, cuando nuestro Señor

Jesús venga con todos sus santos, la santidad de ustedes sea intachable delante de nuestro Dios y

Padre.

 

1 Tesalonicences 2:10; 3:13

 

Hay dos palabras griegas que se utilizan frecuentemente junto con la palabra santo, y cuando la siguen expresan lo que es el resultado y efecto de la santidad manifestado en la vida invisible. Una de ellas se traduce como “Sin mancha, inmaculado” y se utiliza también al hablar de nuestro Señor y su sacrificio (Hebreos 9:14; 1 Pedro 1:19). También se usa en referencia a los hijos de Dios cuando Pablo habla del propósito de Dios de que seamos “santos y sin mancha”, cuando se refiere a la iglesia que Cristo espera “santa y sin mancha” y al hablar de los creyentes que deben ser “irreprochables y sin mancha” (Efesios 1:4; 5:27; Colosenses 1:22; Filipenses 2:15). Las otras son “sin culpa, intachables” (Lucas 1:6; Filipenses2:1; 3:6), y también las encontramos con el adjetivo santo en (1 Tesalonicenses 2:20; 3:13; 5:23).

 

¿Qué nos enseña esta adición a la palabra santo? En la búsqueda de la santidad el creyente está en peligro de buscar con demasiada exclusividad del lado divino de la bendición. Quizá no haya aprendido todavía que la única condición para que la santidad de Dios se revele plenamente a nosotros y en nosotros, es no solamente la obediencia a la voluntad de Dios, en la medida que la conocemos, sino una actitud dócil y de disposición a ser enseñados para recibir todo lo que el Espíritu tiene que mostrarnos en cuanto a nuestras   imperfecciones y a la perfecta voluntad del Padre en relación con nuestra vida. Procurando vivir una vida santa quizá esté tolerando faltas que todos los que le rodean pueden ver. Ignora las gracias y las bellezas de la santidad con las cuales el Padre adornaría en él la doctrina de la santidad ante los hombres.

 

Por amor abundante es por lo que el apóstol Pablo ora como condición de la santidad

intachable.

 

Ha habido creyentes que son santos pero duros y ásperos, santos pero distantes, santos pero –como lo dicen quienes tienen trato con ellos- faltos de amor y egoístas. Al relacionar tan estrechamente la palabra santo con la frase adjetiva “sin mancha” (o intachable), el Espíritu Santo procura que la santidad tome cuerpo como un poder espiritual en la intachabilidad de nuestra vida diaria. Ella debe establecer por sí misma en nosotros un amor abundante y que fluya de manera permanente. La verdadera santidad es la muerte del egoísmo. Ella toma posesión del corazón y de la vida para que sean ministros de ese fuego de amor que se consume a sí mismo por alcanzar, purificar y salvar a otros. Por amor abundante es por lo que el apóstol Pablo ora como condición de la santidad intachable. Ella nos debe llevar a ser muy amables, pacientes, perdonadores, y humildes, como nuestro Señor Jesucristo.

 

Espíritu Santo, guíame en los pasos de tu amor sin egoísmo; que me consuma amando a

otros. Con tu poder establece mi corazón para que sea intachable en santidad. Que quienes

me rodean sientan la amabilidad, la paciencia y la humildad del Salvador. Amén.