Día 19 - La Santidad y la Resurrección

Tesoros Devocionales - La Santidad Andrew Murray 

 

 

Día 19

La Santidad y la Resurrección

 

Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David, pero

que según el Espíritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es

Jesucristo nuestro Señor.

 

ROMANOS 1:3-4

 

Según su linaje humano Jesús fue descendiente del rey David. De acuerdo con el orden espiritual fue “el primogénito de entre los muertos” (Colosenses 1:18). Fue declarado el Hijo de Dios con poder por virtud de su resurrección mediante el Espíritu de santidad. Como la vida que recibió en su primer nacimiento era una vida en y por la carne, con todas sus debilidades, así la nueva vida que recibió en la resurrección era vida en poder del Espíritu de Santidad.

 

La frase “el Espíritu de Santidad” indica el hábito de santidad en acción, en otras palabras, santidad práctica. El Apóstol Pablo enfatizó que la resurrección de Cristo fue el resultado de esa vida y santidad, esa auto santificación que culminó con su muerte. El mismo Espíritu que había dado poder a su vida, fue el que lo levantó de entre los muertos. Esa vida y muerte de la auto-santificación, en la cual nuestra santificación tiene también su fundamento, fue la raíz y la base de su resurrección y por la cual fue declarado Hijo de Dios con poder. Y por ello la vida de santidad llega a ser posesión de todos los que son partícipes de la resurrección.

 

Es de la tumba de la carne y de la voluntad del yo, de donde el Espíritu de Santidad emerge

en poderosa resurrección.

 

Como creyente usted tiene parte en esta vida de resurrección. Pero ella sólo puede manifestarse en usted con poder si procura conocerla y entenderla, si se rinde a ella, si le permite tomar plena posesión de su ser. Así como fue por virtud del Espíritu de Santidad que Cristo fue levantado, así mismo el Espíritu de la misma santidad debe ser en usted la señal y el poder de su vida. Nuestro sometimiento al Espíritu de santidad, a Jesús y al dominio de su vida santa, traerá consigo el descubrimiento del pecado, y del señorío del ego, los cuales deben morir. Se abrirá el entendimiento espiritual, y la ley escrita en el interior llegará a ser legible e inteligible. Seremos llevados de la tristeza del fracaso y el pecado, del reconocimiento de la desdicha personal, a la canción gozosa de la liberación mediante el Espíritu. “La ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). Es de la tumba de la carne y de la voluntad del yo, de donde el Espíritu de Santidad emerge en poderosa resurrección.

 

Espíritu Santo, perfecciona tu obra en mí. Habita y obra en mí tal como lo hiciste en la vida de Jesús. Sé en mí el espíritu de Santidad emerge en poderosa resurrección.

 

Espíritu Santo, perfecciona tu obra en mí. Habita y obra en mí tal como lo hiciste en la vida

de Jesús. Sé en mí el Espíritu de vida. Brilla a través de mí y refleja la belleza de la santidad.

Amén.