Día 16 - La Santidad y la Verdad

 

 

 

Día 16

La Santidad y la Verdad

 

“Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.”

 

JUAN 17:17

 

El medio primario o básico que Dios utiliza para la santificación es su palabra. Sin embargo, ¡cuanta lectura, cuánto estudio, cuánta enseñanza y predicación de la palabra que no produce ningún efecto santificador en los creyentes! Es que no es la Palabra en sí la que santifica; es Dios el único que puede santificar. No es sencillamente a través de la Palabra sino mediante la verdad que ella contiene. Como medio la palabra es incalculable valor como el vaso que contiene la verdad, si Dios la usa; como medio no tiene ningún valor si Dios no la usa. Esforcemos por conectar la Palabra de Dios con el Dios Santo. El Señor realiza la santificación en la verdad a través de su palabra.

 

Sin duda es Dios mismo quien debe santificarnos a través de su Palabra.

 

Precisamente Jesús dijo: “Porque las palabras que me diste les he dado; y ellos la recibieron” (1 Juan 17:8 RVR). Piensa en esta gran transacción que ocurre en la eternidad: el Dios infinito a quien llamamos Dios, hablándole a su hijo; abriendo su corazón mediante sus palabras, comunicando su mente y su voluntad, revelándose a si mismo con todos sus propósitos y su amor. Superando toda concepción humana Dios el Padre dio a Cristo sus palabras en poder y realidad divinas. Con el mismo poder vivificador Cristo se las comunicó a sus discípulos, pletóricas de la vida y la energía divina para obrar en sus corazones en la medida en que las recibieran. Y así como en las palabras de un hombre, aquí sobre la tierra, esperamos encontrar toda la sabiduría y toda la bondad que hay en él, así la Palabra del Dios tres veces santo es la vida y la santidad suya. Todo su fuego santo, su celo consumidor y su amor moran en sus palabras.

 

No obstante, los hombres se ocupan de estas palabras, las estudian, hablan de ellas, y aún así permanecen ajenos a su santidad, o al poder santificador que hay en ellas. Sin duda alguna es Dios mismo quien debe santificarnos a través de su Palabra. La Palabra de Dios puede realizar su obra santificadora solo donde existe un corazón en armonía con la santidad de Dios, un corazón que la anhela y que se rinde a ella. Un corazón que no se contenta con la sola palabra sino que busca al Dios santo que se revela en ella. En esa Palabra que Cristo nos dio tal como Él la recibió de Dios el Padre y que nosotros recibimos como si fuera Él mismo, para gobernar y llenar nuestra vida, la cual tiene poder para hacernos santos.

 

Padre Santo, santifícame en tu verdad, en la maravillosa revelación de ti mismo en Cristo

quien es la verdad. Que el Espíritu Santo tome las palabras de verdad y les dé vida dentro de

mi ser. Santifícame en tu verdad. Amén.