Día 29 - Buenos Mayordomos
Tesoros Devocionales - La Fe George Müller
Día 29
Buenos Mayordomos
“Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa, pruébenme
en esto –dice el Señor todopoderoso-, y vean sino abro las compuertas del cielo y derramo sobre
ustedes bendición hasta que sobreabunde.”
MALAQUÍAS 3:10
A Finales del siglo diecinueve, un caballero le pidió a un piadoso y generoso comerciante de Londres una ayuda financiera para su proyecto de beneficencia. Esperaba muy poco de él pues había oído decir que el comerciante había sufrido fuertes pérdidas financieras causadas por el naufragio de algunos de sus barcos. No obstante, contrario a lo esperado, recibió diez veces más de lo que esperaba recibir para su proyecto. No puedo evitar expresarle su sorpresa al comerciante, le contó lo que había escuchado, con franqueza le confesó su temor de que no le daría mucho, y le preguntó si no era cierto lo que había escuchado respecto al hundimiento de sus barcos. El comerciante respondió: “Es totalmente cierto, he soportado grandes pérdidas por el naufragio de estas naves. Pero, precisamente esa es la razón por la cual le he dado tanto, porque tengo que hacer mejor uso de mi mayordomía, antes de que me sea quitada totalmente.”
¿Cómo debemos responder si la prosperidad en nuestro negocio… llega repentinamente a su
fin, no obstante estar dando una considerable cantidad de nuestros recursos a la obra del
Señor?
¿Como debemos responder si la prosperidad en nuestro negocio, empresa o profesión llega repentinamente a su fin, no obstante estar dando una considerable cantidad de nuestros recursos a la obra del Señor?
La respuesta de Salomón sería: “Cuando los tiempos son malos, reflexiona (Eclesiastés 7:14). Es voluntad de Dios que consideremos nuestros caminos, que veamos si hay alguna razón particular por la cual Él ha permitido que la calamidad nos visite. Quizá descubramos que hemos tomado nuestra prosperidad como algo de hecho, algo que debía ocurrirnos en vez de reconocer, de una manera práctica, la mano del Señor en nuestro éxito. O tal vez mientras Dios nos ha prosperado hemos gastado demasiado en nosotros, y hemos abusado, aunque no haya sido intencionalmente, de su bendición. No quiero con esta observación someter a esclavitud la conciencia de ningún hijo de Dios con escrúpulos y preocupaciones al gastar cada centavo de su dinero. Sin embargo, sigue siendo cierto que existe lo que es apropiado e inapropiado en nuestros vestir, en los muebles de nuestro hogar, en nuestra casa, nuestra comida, nuestro estilo de vida en general, y en la cantidad que anualmente invertimos en nosotros y nuestra familia.
Poderoso Señor, temo que se diga de mí que te he robado al rehusar darte mi vida y mis
bienes. Deseo dar libre y abundantemente para que tu Nombre sea exaltado entre las
naciones. Amén.