Día 11 - Nuestra Desesperada Necesidad

 Tesoros Devocionales - El Espíritu Santo R.A. Torrey 

 

 

Día 11

Nuestra Desesperada Necesidad

 

Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia,

nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha

entregado Sus preciosas y magnificas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción

que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.

 

2  PEDRO 1:3-4

 

 

Pedro nos dice que la definición de Dios de la regeneración, es la acción de impartir una nueva naturaleza (la naturaleza divina); es la naturaleza misma de Dios impartida a nosotros.

Todos hemos nacido en este mundo con una naturaleza corrupta, en sus pensamientos, en sus afectos y en su voluntad.

 

En primer lugar, cada uno de nosotros, sin importar lo excelso de nuestro linaje, ha nacido en este mundo con una mente ciega a la verdad de Dios. “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo porque hay que discernirlo espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

 

Esta mentalidad pecaminosa incluye una voluntad que es perversa, decidida a complacerse a

sí misma y no a Dios.

 

En un segundo lugar, todos nosotros hemos nacido en este mundo con afectos corruptos, puestos en cosas que desagradan a Dios. Amamos las cosas que deberíamos odiar, y odiamos las que deberíamos amar.

 

En tercer lugar, todos hemos nacido con una voluntad perversa. “La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo” (Romanos 8:7). Esta mentalidad pecaminosa incluye una voluntad que es perversa, decidida a complacerse a si misma y no a Dios. Lo que complace al ego quizá no sea algo corrupto, delictuoso inmoral. Lo que nos complace quizá sea algo refinado, algo con carácter; quizá no sea la embriaguez, el robo o la mentira. Puede ser la cultura, la música o algo refinado. Pero complacer al ego es la esencia misma del pecado, no importa si ese objeto o medio de complacencia es algo elevado, o algo bajo y ruin. Toda voluntad que determina complacerse a sí misma está en abierta rebelión contra Dios. Sólo existe una actitud correcta para la voluntad humana y esa es una actitud de absoluta sumisión a Dios, y la meta de la totalidad de la vida debe ser complacer a Dios en todas las cosas.

 

Espíritu de Dios, estas palabras son todas ciertas en relación con mi vida. Yo he amado lo

que debía haber odiado; mi voluntad ha estado inclinada a complacerme a mí mismo, mi

mente ha sido ciega a tu verdad. Penetra con tu luz y tu poder y libérame. Amén.