Día 27 - A su Semejanza
Tesoros Devocionales - Secretos Espirituales Hudson Taylor
Día 27
A su Semejanza
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.”
MATEO 5:48
Nosotros los hijos de Dios estamos destinados a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. No para quebrantar el menor de los mandamientos de Dios, para dejarnos dominar por la ira, tolerar pensamientos impuros, hacer promesas precipitadas o imprudentes, ni para hablar perversidades jamás. No debemos cultivar el espíritu de retaliación o venganza; un espíritu de sumisión debe caracterizar a los hijos del reino de Dios, y a quienes nos odian y nos tratan con malicia debemos compadecerlos, amarlos y orar por ellos.
En las pequeñas fricciones de la vida diaria, tanto como en las pruebas más serias y en las persecuciones a las cuales está expuesto el cristiano, debe ser decididamente un imitador de su Padre Celestial. Ahora bien, la perfección absoluta, mientras que la nuestra, en su mejor expresión, es apenas relativa. Una aguja puede ser un instrumento perfecto, apto en todas sus formas para el uso para el cual se creó, pero no es un objeto microscópico; cuando se pone bajo el lente amplificador se convierte en un objeto tosco, lleno de orificios e imperfecciones. Así, pues, no somos llamados a ser ángeles o seres divinos perfectos pero si perfectos cristianos que desempeñamos con perfección las tareas privilegiadas que Dios nos ha dado.
A quienes nos odian y nos tratan con malicia debemos compadecerlos, amarlos
y orar por ellos.
Las cosas más pequeñas que nuestro Padre hace, las hace de acuerdo con su perfección. Si tomamos la mosca más diminuta, el insecto más pequeñito, el polvo de alas de una mariposa, no importa cuánto aumentemos su imagen, siempre se verán absolutamente perfectos. ¿Y no deberían verse relativamente perfectas las pequeñas cosas de la vida diaria del creyente, así como las pequeñas creaciones de Dios lo son para el fin que fueron creadas? ¿No deberíamos glorificar a Dios en cada cosa que hacemos como cristianos, y no deberíamos ser y hacer más cabales en nuestro servicio, sin limitarnos a hacer las cosas sencillamente bien, para que se vea y se note, sino como nuestro Padre celestial que hace que brote y florezca una flor en el solitario desierto, aunque no haya ojo humano que la mire? No debemos hacer todo bien para el ojo divino, aunque no haya otros ojos que tomen nota de ello?
Espíritu Santo, que Tú presencia sea tan real para mí hoy que aún las cosas más pequeñas
las haga con corazón perfecto y con perfecto amor por mi Padre celestial. Y si nadie nota lo
que hago, yo sé que Tú lo ves todo claramente. Obra en mí perfección que a Ti te agrada.
Amén.