Día 18 - Humildad
Tesoros Devocionales - Secretos Espirituales Hudson Taylor
Día 18
Humildad
Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Por
el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a
los seres humanos.
FILIPENSES 2:6-7
Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos” (2 Corintios 8:9). “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Filipenses 2:5).
¿Puede alguien mirar a lo que el Hijo de Dios renunció cuando dejó el trono celestial para ser acunado en un pesebre? Quién habiendo creado todas las cosas y habiendo ejercido su omnipotencia se convirtió en un débil infante que fue envuelto en pañales; quien siendo el amado del Padre nunca careció de aprecio ni fue jamás incomprendido, quien recibía incesante adoración de todas las jerarquías de los cielos, y aún así se convirtió en un despreciado nazareno, incomprendido por su más fieles seguidores, objeto de sospecha de aquellos a quienes vino a bendecir, despreciado y rechazado por quienes le debían su vida misma, y cuya salvación Él había venido a buscar. Y finalmente fue hecho objeto de burla, lo escupieron, lo crucificaron y mataron en medio de ladrones, bandidos y transgresores de la ley. ¿Puede usted mirar estos hechos y todavía dudar de hacer los más pequeños sacrificios que Él lo llama a hacer? ¿No nos prepararemos para no renunciar solo a estas pequeñeces, sino a mil más por Cristo? Yo creo que es su deseo, por la gracia divina, “no hacer caso de ninguna cosa ni estimar su vida preciosa como para usted mismo, con tal que acabe su carrera con gozo, y el ministerio que recibió del Señor Jesús” (Hechos 20:24).
¿Puede alguien mirar a lo que el Hijo de Dios renunció cuando dejó el trono celestial para
ser acunado en un pesebre?
Ríndase a Dios sin ninguna reserva, plena y totalmente a Él, aquel quien usted pertenece y a quien desea servir en esta tarea, y no sufrirá desilusiones. Pero si se permite así mismo la pregunta “¿soy llamado a renunciar a todo esto?” o si admite el pensamiento “yo no esperaba este inconveniente o este sacrificio” entonces su servicio cesará de ser libre y gozoso, que es la forma de hacerlo para que sea exitoso. “Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9:7).
Amado del Padre, me postro delante de Ti en reverencia por el infierno sacrificio que hiciste
por mí. Rindo mi corazón y mi alma completamente a Ti. Que por tu gracia yo conozca tu
llamado y lo cumpla con gozo. Amén.