Día 14 - Todo Suficiente

Tesoros Devocionales - Secretos Espirituales Hudson Taylor

 

Día 14

Todo Suficiente

 

El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su

bondad a los que se conducen sin tacha.

 

SALMO 84:11

 

El Señor Dios es un sol y un escudo y éste es el más alto sentido concebible. Ninguna de las obras del Señor puede revelar en toda su plenitud al gran diseñador, al gran ejecutor y al gran sostenedor del universo; y ni los pensamientos más elevados, ni la más viva imaginación de la infinita mente humana puede elevarse y comprender lo infinito. Nuestro sol, el centro de nuestro sistema planetario, es inconcebiblemente glorioso, no podemos mirar su brillantez sin algo que la modere y permita que nuestros ojos la contemplen. Y sin embargo, quizá sea el más pequeño de los incontables soles que Dios ha creado. Si esas son sus obras, piense en el glorioso Creador de todas ellas.

 

El Señor Dios es un sol. Él es la realidad de todo lo que el sol, o los soles, sugieren. Mi querido hermano o hermana que lees estas líneas, ¿es Él un sol para ti? Y el Señor Dios es un escudo. Los peligros nos rodean a todo momento. Dentro de nosotros y alrededor de nosotros existen peligros invisibles que en cualquier momento podrían terminar con nuestra carrera en la tierra. ¿Por qué, entonces, vivimos tan seguros? Porqué el Señor Dios es un escudo. El mundo, el demonio y la carne son enemigos reales. Y sino tenemos ayuda somos impotentes para guardarnos o liberarnos de ellos. Pero el Señor Dios es un escudo. En este orden de ideas, ir a china es algo pequeño, es correr solo un riesgo adicional porque allá, como aquí, el Señor es un escudo. Conocer y cumplir su voluntad es nuestra seguridad y nuestro descanso.

 

Conocer y cumplir su voluntad es nuestra seguridad y nuestro descanso.

 

¡Qué dulces son sus promesas! Dios concede honor y gloria. Gracia inmerecida y gratuita; y ahora gloria también, la gloria de ser suyos, de poder servirle y la gloria en el alma. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha. Y cuan frecuentemente, cuando estamos insatisfechos con la forma de obrar del Señor, deberíamos a estar insatisfechos es con nuestra forma de actuar.

 

Pero aún siendo tan dulces las promesas de Dios, el que promete es mucho más grande, más dulce y mucho mejor en todo sentido. Aunque hayamos reclamado todas las promesas y hayamos abierto completamente nuestras bocas, Él todavía es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20). El Señor se deleita haciéndolo así.

 

Señor Dios, no pasa un día sin que falle en comprender tu magnificencia. Ayúdame a

calentarme hoy en el sol de tu amor y a gloriarme en la seguridad de ser tuyo. Abro de par

en par mi corazón para que tú lo llenes. Amén.