35. Tendrás que Renacer

 

 

 

_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

 

Jesús nos dice que las puertas de la gloria están cerradas para nosotros si no hemos renacido. Por lo tanto te preguntamos: "Amigo, ¿has renacido? Cristiano, ¿Has renacido?” Si no, estás perdido, porque Jesús nos dice: "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3).

Pero te preguntarás: “¿qué es renacer?” Primeramente te diremos lo que no es. No es el bautismo, porque algunos fueron bautizados más no habían renacido (Hechos 8:13-24). No es agregarse a la iglesia, porque algunos han entrado a escondidas (Gálatas 2:4). No es tomar la santa cena, porque algunos la han comido indignamente, y esto les trajo condenación (1 Corintios 11:29). No es una reformación moral o el tratar de vivir más honestamente; pues Jesús dice: "muchos procurarán entrar, y no podrán" (Lucas 13:24). No es el orar, porque Jesús dice: "Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí" (Mateo 15:8).

Alguien puede decir: "si trato de hacer todo lo que puedo, ayudando a los pobres, visitando a los enfermos y siendo todos los días tan bueno como pueda, entonces ciertamente he renacido". No, no podemos ser lo que no somos: "por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede" (Romanos 8:7). Tenemos que tener un cambio de corazón, porque Dios por el profeta dice: "Os daré corazón nuevo" (Ezequiel 36:26).

¿Qué, pues, es el renacimiento? ¿Cómo y cuándo lo recibimos? Jesús dice: "Lo que es nacido de la carne, carne es" (Juan 3:6). Cuando un bebé nace, nace una vida nueva, una persona nueva, pero nacido de carne. De la misma manera cuando nosotros renacemos, brota una nueva vida en Cristo Jesús conforme al Espíritu. Por lo tanto se llama nacimiento - una vida nueva en Cristo Jesús, la cual es para la vida eterna.

Si venimos ante Dios como un pecador cargado y perdido, anhelando la paz y en nuestra angustia clamamos: "¿qué debo hacer para ser salvo?" Como dijo Pablo, tenemos que creer en el Señor Jesús. Tenemos que rendirnos completamente a Dios.

Dios, que mira el corazón, ve tu sinceridad. Se acerca a ti por medio del poder del Espíritu Santo y crea en ti un espíritu recto (Salmo 51:10). Así es que tú renaces - llegas a ser una nueva criatura en Cristo Jesús por fe en Él (2 Corintios 5:17).

Pero, ¿cuándo puedo renacer? La escritura dice: "Si oyereis hoy su voz" (Hebreos 3:7). Esta invitación es válida en cualquier edad, tiempo, o lugar.

Si aceptamos la invitación, nacemos de nuevo por medio del Espíritu Santo y Dios nos hace hijos.

¿Cuánto tiempo se necesita para renacer? ¿No es una obra que crece poco a poquito, y al fin nace? No, no, amado lector, nacemos al reino de Dios. Esto nos hace hijos y herederos, y puede suceder en el momento en que rendimos nuestro todo y venimos a Jesús pidiéndole perdón.

En fin: ¿Cómo puedo saber que he renacido? Pablo, en (Romanos 8:1-10), enseña: "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". La Biblia enseña que los perdidos están muertos en el pecado, condenados, con una consciencia, impura e intenciones carnales, sin esperanza, desobedientes y sin Dios en este mundo. Al contrario, un cristiano renacido es hijo de Dios, vive en Cristo, está salvo, sin condenación, con consciencia pura, con mente espiritual, lleno del Espíritu Santo y fe, y con la esperanza de vida eterna.

Sus pecados han sido borrados por la sangre de Jesús. Su corazón está lleno de amor y una paz que sobrepasa todo entendimiento. El anhela, desea y tiene el poder para hacer la voluntad del Señor. El atesora la esperanza de una vida más allá de la muerte con la promesa de un hogar en el cielo.

¿Podrá alguien tener tal cambio y no darse cuenta de él? ¡Es muy probable que no! Porque, "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Romanos 8:16).

Amado lector, si tú no gozas de esta experiencia de paz y gozo en tu alma, no vayas a descansar en la tranquilidad engañosa; estarás jugando con Dios, y con tu propia alma. TENDRÁS QUE RENACER.