Día 14 - El Santo de Dios
Día 14
El Santo de Dios
Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el santo de Dios.
JUAN 6:69
En Jesús podemos ver la incomparable excelencia de la naturaleza divina. “Has amado la justicia y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría” (Hebreos 1:9). El infinito aborrecimiento que Dios tiene por el pecado y su inconmovible permanencia en lo recto podrían parecer como de poco valor moral tratándose de algo inherente a su naturaleza. Sin embargo, en el Hijo vemos sometida a prueba la santidad divina. Jesús fue tentado y probado. Él tuvo que sufrir la tentación, Él demostró que la santidad tiene, ciertamente, un valor moral que estaba listo a hacer cualquier sacrificio, aún a dar la vida y renunciar a la existencia en lugar de consentir al pecado. Que estaba dispuesto a morir para que el justo juicio del Padre fuera honrado. Jesús demostró que la justicia es un elemento de la santidad divina, y que el Dios santo se santifica en la justicia.
En Jesús vemos que la santidad divina es la armonía de la infinita
justicia con el amor infinito.
Pero este es solo un aspecto de la santidad. El fuego que consume también purifica: él hace partícipe de su clara y bella naturaleza todo lo que es susceptible de asimilación. Así, pues, la santidad divina no solo conserva su propia pureza, sino que también la transmite y comunica. La santidad de Jesús demostró ser en sí misma la encarnación de quién habló de sí como el excelso y sublime, el que habita con el de espíritu contrito. En Él podemos ver la afinidad que existe con todo lo que por su pecaminosidad está perdido y sin esperanza. Jesús demostró que la santidad no solo es la energía que con enfado santo se separa a sí misma de todo lo que es impuro, sino también la que en amor santo separa de sí misma aún lo que es más pecaminoso para salvarlo y bendecirlo. En Jesús vemos que la santidad divina es la armonía de la justicia infinita con el amor eterno. Jesús vino para enseñarnos que nos es posible ser hombres, miembros de la raza humana, y tener la vida de Dios habitando en nosotros. Generalmente pensamos que la gloria y la infinita perfección de la deidad son el único medio en donde la belleza de la santidad se puede ver. Pero Jesús probó la perfecta adaptación y conformidad de la naturaleza humana para mostrar lo que es la gloria substancial de la deidad. Al escoger y cumplir la voluntad de Dios y al hacerla suya, nos mostró que el ser humano realmente puede ser santo, así como Dios es santo.
Santísimo Señor y Dios, te bendigo porque tu amado Hijo es ahora para mí el Santo
de Dios. Que mi vida interior sea iluminada por el Espíritu para que yo pueda en
fe conocer plenamente lo que ello significa. Que yo sepa lo que significa
ser ubicado en Cristo y morar en Él. Amén.