Día 12 - Santo, Santo, Santo

Tesoros Devocionales - La Santidad Andrew Murray

 

 

Día 12

SANTO, SANTO, SANTO

 

Vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono…Por encima de él había serafines…

Y se decían el uno al otro: “Santo, santo, santo es el SEÑOR todopoderoso; toda la tierra

está llena de su gloria.”

 

ISAÍAS 6:1-3

 

La santidad es el principal y el más glorioso atributo de Dios, no solamente en la tierra sino también en el cielo. Los más brillantes de los seres creados, quienes están siempre adelante, alrededor y encima del trono divino, encuentran su gloria adorando y proclamando la santidad de Dios. Con toda seguridad no puede haber para nosotros algo superior, que adorar, proclamar y mostrar la gloria del Dios tri-uno y santo.

 

Después de Moisés, Isaías fue el principal mensajero de la santidad de Dios. Moisés vio al Dios único en el fuego, escondió su rostro y tuvo temor de mirarlo, y así en santo temor fue preparado para ser su mensajero. Isaías oyó el canto de los serafines, cuando vio el fuego en el altar y que la casa se llenó de humo exclamó: “Pobre de mí”. Y fue solo cuando en su ser sintió una profunda necesidad de limpieza, y cuando recibió el toque de fuego purificador de sus pecados, que estuvo en capacidad de llevarle al pueblo de Israel el evangelio del Dios Santo, como su redentor. Ojalá descubramos el mismo temor, la misma humilde adoración y la limpieza con fuego mediante el mismo redentor.

 

No puede haber algo superior para nosotros que adorar, proclamar y mostrar la gloria del

Dios tri-uno y Santo.

 

La iglesia, en todas las épocas, ha relacionado la triple expresión de la palabra santo con la trinidad. El canto de los seres vivientes alrededor del trono en Apocalipsis capitulo cuatro es prueba de esta verdad. Tras la solemne exclamación triple: santo, santo, santo, los seres vivientes exaltan al que era, que es, y que ha de venir, al todopoderoso: la fuente eterna, la manifestación presente del Hijo, el fruto perfeccionamiento de la revelación de Dios mediante la obra de su Espíritu en su iglesia. La trinidad nos enseña que Dios se ha revelado a sí mismo en dos formas. El Hijo es la forma de Dios, es sus manifestaciones a medida que se muestra a sí mismo al hombre, la imagen en la cual toma cuerpo su gloria invisible, a la cual el hombre debe conformarse. El Espíritu es el poder de Dios, que obra en el ser humano y que lo lleva a ser conforme a esa imagen. En Jesús se manifestó literalmente la santidad divina en la forma de una vida humana, y su naturaleza se nos comunica a través del Espíritu Santo derramado el día de pentecostés para reproducir su vida y su santidad en nosotros.

 

Santo y tri-uno Dios, te rindo adoración como mi Dios. Que la perenne adoración del cielo

se realice también en las profundidades de mi corazón y sea el tema principal de mi vida.

Hazme santo. Amén.