Día 4 - Un Corazón Puro

Tesoros Devocionales - La Fe George Müller

 

Día 4

Un corazón puro

 

“Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado, ha  atendido a la

voz de mi plegaria.”

 

SALMO 66:18-19


Es de suprema importancia que procuremos mantener un corazón recto y una buena conciencia y, por lo tanto, no admitir consciente y habitualmente cosas que son contrarias a la mente de Dios. Y este particularmente, es el caso relacionado con el crecimiento en la fe. Toda mi confianza en Dios y toda mi dependencia en Él en la hora de la prueba desaparecerán si tengo una conciencia culpable y no hago algo  para purificarla  y si continúo haciendo cosas contrarias a la mente de Dios. Y si en algún caso particular no puedo confiar en Dios debido a mi complejo de culpabilidad, entonces mi fe se debilita por esa falta de confianza. Porque lo cierto es que mi fe incrementa en cada nueva prueba cuando confío en Dios, y se debilita en las ocasiones en que no lo hago. En consecuencia, el poder  disminuye cada que ves que nos limitamos a mirar a Dios sin confiar en Él, y se engendra y se alienta un hábito de auto-suficiencia. O confiamos en Dios –y en tal caso rehusamos confiar en nosotros, en nuestros compañeros, en las circunstancias, o en cualquier otra cosa-, o confiamos en uno o varios de estos medios,  y en tal caso no confiamos en Dios.

 

Mi fe se incrementa en cada nueva prueba cuando confío en Dios, y se debilita en las

ocasiones en que no lo hago.

 

Recuerde que cuando Dios ordena que se haga algo para la gloria de su nombre, tiene la capacidad y la disposición  de buscar y encontrar los individuos y los medios que se requieren para realizarlo. Así, pues, cuando se iba a levantar el tabernáculo en el desierto, no sólo equipó a algunas personas para dicha tarea, sino que tocó los corazones de los Israelitas para que suministrarán los materiales necesarios: oro, plata y piedras preciosas. Todos estos materiales llegaron en tal abundancia que fue necesario proclamar en el campo que se suspendía la ofrenda de estas cosas, porque ya había más que suficiente. Y en otra ocasión, cuando se iba a construir el templo de Salomón para la Gloria de Dios, el Señor proveyó tal cantidad de oro, plata, piedras preciosas, hierro, bronce, etc, que todos los palacios y los templos que habían sido construidos anteriormente, eran comparativamente insignificantes.

 

Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos de

ansiedad. Mira si hay en mí alguna cosa que te ofenda y guíame por el camino eterno. Amén.