Día 25 - Ciencia Espiritual

 Tesoros Devocionales - Secretos Espirituales Hudson Taylor 

 

Día 25

Ciencia Espiritual

 

Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo

pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.

 

2 CORINTIOS 8:9


 

Hay una ciencia natural de la cual se sirven los hombres sabios y por medio de la cual obtienen grandes resultados, de los que nuestros antepasados jamás escucharon hablar. Nuestro Dios es el Dios de la naturaleza tanto como de la gracia, y como Él actúa siempre de la mejor manera, así en circunstancias iguales actúa de manera igual. La uniformidad de su manera de actuar en la naturaleza la ven y la reconocen muchos que no conocen al gran actor. Tales personas prefieren hablar de la constancia de las leyes de la naturaleza, más bien que de la uniformidad de las operaciones de Dios. Pero si hablamos de las leyes de la naturaleza, tengamos cuidado de no entender mal la expresión. Es norma en una casa bien organizada que la puerta se abre cuando suena el timbre. Sería, sin embargo, un error suponer que esta acción la ejecuta la norma. Quien lo hace –ya sea por sí mismo o por interpuesta persona- es el jefe de la casa. Jesús habló de la soberanía y de la uniformidad de las acciones de Dios cuando dijo: “¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que el Padre lo permita”.

 

No menos constante y soberano es Él en el campo de la gracia. Su soberanía nunca es

errática o arbitraria.

 

Nosotros, que conocemos a Dios y somos sus hijos, haremos bien en recordar que Él es nuestro Dios inmutable, quien hace que el agua hierva con el fuego y que el vapor en el motor desarrolle tal poder de expansión. Que es Él quien actúa de manera tan uniforme a través de la electricidad, ya sea que aprovechemos su poder en la bombilla de luz, o que sucumbamos bajo la descarga del rayo mortal. Que es también su acción uniforme la que reconocemos como la ley de gravitación.

 

No menos constante y soberano es Él en el campo de la gracia. Su soberanía nunca es errática o arbitraria. Su método de acción se puede estudiar y se puede descubrir claramente en las cosas espirituales como en las naturales. Algunas de sus leyes han sido reveladas con claridad en su palabra; otras se ejemplifican en las acciones que en ella se relatan. Y lo mejor de todo, mediante la iluminación del Espíritu Santo, Dios mismo puede ser conocido, amando y reverenciando a través del estudio de su palabra escrita; y podemos verlo de una manera especial en el rostro de Jesucristo.

 

Padre celestial, así como dependemos de las leyes naturales en nuestra vida diaria, así

dependemos de Ti como el inmutable Dios de la gracia. Tu soberanía ha abierto la puerta de

la salvación para mí, y me regocijo porque nada puede cerrar esa puerta. Amén.