Día 3 - El Jardinero Divino
Día 3
El Jardinero Divino
Toda rama que en mí no da fruto la poda para que dé mas fruto todavía.
JUAN 15:2
El Cuidado de la vid verdadera no se le confía a la mano de ningún aprendiz; el padre mismo realiza esta tarea. Hablando del pueblo de Cristo como una manada encontramos que existen pastores, pero al considerarlo como una vid, el asunto es diferente por que cada rama, cada creyente está unido directamente a la vid verdadera y recibe todas las cosas que necesita mediante el cuidado del Gran Jardinero. Y esto es una bendición. Así la falta o exceso en la poda resulta imposible, no puede ocurrir. Él entrena y sustenta cada rama individual; conoce las necesidades de cada individuo y le provee sol o sombra, luz u oscuridad, tiempo seco o lluvia, según lo considere conveniente. La rama puede vivir satisfecha sin afanes ni preocupaciones.
De estas solemnes palabras aprendemos que es posible estar en Cristo y dar fruto. Ellas no se refieren solo a profesores que no están en Cristo. El tema de este capitulo no es salvación sino fructificación. La rama estéril que es podada no representa un alma que se pierde, sino una vida perdida. Los hombres pueden ser salvos “como por fuego”, salvados como lo fue Lot de la destrucción de Sodoma –tras perder sus propiedades, su esposa y sus hijos- salvado tras una perdida cuya magnitud solo será revelada en la eternidad. El Señor guarde a su pueblo del amor al mundo o a las cosas del mundo.
Dios conoce las necesidades de cada individuo y le provee sol o sombra, luz u oscuridad,
tiempo seco o lluvia, según lo considere conveniente.
El Gran jardinero no solamente desecha las ramas que no dan fruto, sino que poda las que si lo dan, para que produzcan más fruto. Las palabras “podar” en el texto de arriba citado, y “limpiar” en el siguiente versículo, tienen significados equivalentes. Los métodos del jardinero Divino no son necesariamente severos. Él limpia mediante la aplicación de la palabra; y donde se escucha la suave voz del Espíritu mediante la palabra, se hace innecesaria la disciplina severa y dolorosa. Cuanta coerción y restricción evitaríamos si la palabra de Dios morara en mayor medida en nosotros, y si la dirección y la guía del Espíritu se obedecieran más implícitamente.
Divino Jardinero, declaro que la poda y la limpieza que estás haciendo en mi vida son
buenas. Ayúdame a ver siempre que es tu mano bendita la que está obrando, no el azar ni el
destino. Aplica el poder de tu palabra a mi vida para que yo produzca más fruto. Amén.