15. Cómo Predicar el Evangelio

 

COMO PREDICAR EL EVANGELIO

 

“EL QUE GANA ALMAS ES SABIO”

PROVERBIOS 11:30

 

En cuanto a la predicación, ésta debe ser práctica. La finalidad de toda doctrina es que se ponga en práctica.   Predicar doctrinas que no se pueden  poner en práctica,  no es predicar el evangelio. No existe  ese tipo de predicación en la Biblia.  “Toda la Escritura es inspirada por Dios  y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 de Timoteo 3:16,17).

La predicación  debe ser directa. Debemos predicar acerca del evangelio y no acerca de ningún hombre. La predicación debe estar dirigida a los oyentes. El ministro debe predicarles refiriéndose a ellos, y no debe dejar la impresión  de que está refiriéndose a otras personas. De nada servirá la predicación  sino convence  a cada individuo de que él  es la persona en cuestión.  Muchos predicadores  temen  dar la impresión  de que se están  refiriendo a alguien  en particular. Predican contra ciertos pecados, pero procuran hablar de tal manera que ninguno de sus oyentes pueda pensar que son culpables de tales abominables prácticas. ¡Eso no es predicar el Evangelio! Cristo, los profetas y los apóstoles no predicaron de esa manera. Tampoco predica así el ministro que tiene éxito en ganar almas para Cristo.

Si un ministro desea que se produzca un avivamiento debe procurar no introducir controversia alguna. Las controversias alejan el Espíritu de Dios.

 

En la predicación deben abundar las ilustraciones, tomadas de casos reales o ficticios. Jesucristo constantemente ilustraba sus enseñanzas. Lo mismo presentaba un principio y luego lo ilustraba  con una parábola (narración de un suceso imaginario del que  se deduce por comparación o semejanza una señal moral) que representaba una parábola con un principio implícito. Hay millones de hechos de los que se puede sacar provecho; sin embargo, pocos ministros se atreven a usarlo por temor a que alguien  diga que lo único que sabe es  hacer cuentos. ¿Y qué? ¡Así predico Jesús! Y es la única manera de predicar bien.

Por cierto, sé que muchas brillantes mentalidades toman idea que nunca se les había ocurrido de ilustraciones ideadas para que los niños puedan entender  el evangelio. Tales mentalidades por lo general están atareadas con los problemas de este mundo y no piensan mucho en la vida cristiana y por lo tanto necesitan de la predicación simple, y ésta les agrada.

¿Qué es eso de dignidad del púlpito? ¿Quién ha dicho que el ministro tiene que subir al púlpito a mantener su dignidad? Una vez escuche a un misionero ingles  predicar exactamente en esa forma. Creo que era un buen hombre y fuera del púlpito hablaba como una persona sincera. Pero tan pronto  subía al púlpito, se convertía en un perfecto  autómata, con una soberbia, una  afectación y un tono que dormía  a cualquiera. Y al parecer todo era porque  deseaba mantener  la dignidad del púlpito.

Este  tipo de predicación es tildada de teatral. El obispo  de Londres  una ve pregunto a Garrick, el célebre  actor, porque los artistas  al representar una simple ficción  conmovían al auditorio, y hasta le arrancaban  lágrimas, mientras los ministros, al presentar la más solemne  de todas las realidades, apenas podían obtener la atención al púlpito. Garrick le explico sabiamente.

-Es que nosotros presentamos la ficción  como si fuera realidad, mientras que ustedes presentan la realidad como si fueran ficción.

El actor combina la acción  con la palabra, y la palabra con la acción. Sus miradas, sus gestos, sus ademanes, tienen el propósito de expresar a cabalidad el pensamiento del autor. Esto es lo que el predicador debe intentar también. Y si “teatral”  se llama la forma más enfática de expresar los sentimientos, mientras más teatral sea, mejor es. Y si los ministros son demasiado rígidos y la gente demasiado melindrosa para aprender de un artista o del teatro el mejor método  de influir en el ánimo de los oyentes, despertar los sentimientos y difundir el calor de un pensamiento ardoroso a la congregación, seguirán con su insulsez, sus lecturas y su almidonada santurronería. Pero han de recordar e intenten mantener la “dignidad del púlpito”, los teatros seguirán abarrotados y los pecadores se irán al infierno.

 

CUANDO HAY UNA VACANTE PARA UN MINISTRO,

USUALMENTE SON DOS ASPECTOS QUE SE TOMAN EN CONSIDERACIÓN:

1)       ¿ES POPULAR?   2) ¿ES UNA PERSONA BIEN INSTRUIDA? 

 

SIN EMBARGO, LO MÁS IMPORTANTE ES: ¿TIENE SABIDURIA PARA GANAR ALMAS? SINO TIENE ESTE DON, TUS HIJOS Y TUS VECINOS ESTARAN EN GRAN PELIGRO OYENDOLE PREDICAR.