ES IMPOSIBLE GANAR ALMAS, CON CORAZONES FRÍOS Y OJOS SECOS

Las cruzadas, las conferencias y la organización de los hombres no traerán el avivamiento.    Es verdad que tenemos numerosas campañas evangelísticas, cruzadas y lo que llamamos reuniones de avivamiento. Estas campañas vienen y van, pero las ciudades, pueblos y villas parecen estar tan perdidos como siempre. Hemos llegado a ser muy profesionales, mecánicos e indiferentes en nuestro esfuerzo para alcanzar las almas.

Aquellos que tratamos de ganar, descubren que no hay calor, no hay pasión, no hay agonía, no hay alarma real y no hay lágrimas por su condición de perdidos. Ellos no advierten signos de dolor en nosotros por los errores de su camino. Todo lo que ven en nuestro testimonio personal, es una apatía pasmosa y lánguida, de modo que ellos continúan sus caminos sin Dios.

Que tenga Dios piedad de nosotros si nos contentamos con realizar cruzadas, dar conferencias, hacer esfuerzos de avivamiento, alistar hombres y obtener el dinero para los así llamados esfuerzos de evangelización y la maquinaria misionera.

Tratamos de convencer sin pasión, de ganar sin conquistar. Es imposible ganar almas, con corazones fríos y ojos secos.

En vez de lloro, ayuno y oración, se busca comer y beber, divertirse y provocar diversión. ¡Y entonces nos preguntamos por qué la gente no es salvada! Sólo la humildad de alma y la oración en el aposento alto, nos preparan para la visitación de Dios.

La razón del por qué no hay intercesores, es que no hay pena, no hay lágrimas "entre el atrio y el altar", es que el pueblo de Dios no se ha despertado a la condición deplorable del presente. La mayoría siente que en todas partes hay abundante prueba para el crecimiento de la iglesia y para el verdadero progreso espiritual. Pero la verdad es que, con el aumento de los miembros en la iglesia, las normas de moralidad han decaído.

¿Quién dará la alarma? ¿Dónde están los agonizantes orantes?

¿Dónde están los signos de humildad y de arrepentimiento en las multitudes que "se hacen miembros de la iglesia"? ¿Oh, dónde están los intercesores agonizantes? ¿Quién se alarma?

Como dijo Haroldo Freligh en su artículo, "Entre el atrio y el altar", en la Alianza Semanal, hace ya un tiempo: "Si nuestras conferencias juveniles van a competir con la Feria de la Vanidad, pronto surgirá una carrera para ver cuál de las dos pueda hacer la propaganda más sensacional para atraer a sus clientes. Cuando los jóvenes estén entretenidos en vez de sentirse desafiados, su motivo principal será 'Cuéntenos una historia' en vez de 'Oh dulce prodigio'. Si ellos llegaran a responder cuando se haga el llamado al altar, parecerán requerir una garantía de que esto no será interrumpido por el tiempo del receso, ni por el tiempo social de la reunión del joven con la señorita."

"Hubo tiempo cuando la “separación para Dios” significaba dejar las cosas tanto buenas como las cuestionables.

Nuestros Isaaques estuvieron firmes en el altar.

Nuestros presumidos Ismaeles, imitadores, fueron arrojados.

Los que como Lot, se dedicaron a este mundo, fueron expulsados. Pero ahora han puesto a Lot por presidente del comité del banquete. Ismael es vestido y traído como el payaso jovial para entretener a los asistentes; y a Isaac se le da el asiento de honor, y en el brindis se le dice qué buen amigo es él.

FIESTAS INTELECTUALES CON POCA ORACIÓN

"¿Puede ser que los retiros de nuestros predicadores se hayan convertido en fiestas intelectuales, inofensivamente interrumpidas por pequeñas oraciones?

¿Puede un ministro cualquiera, llevar la carga por otros, cuando él está presionado por la urgencia de llegar a casa, después del culto nocturno, para ver sus programas favoritos de televisión?

¿Hay alguna preparación para el día del Señor, entre los hijos de Dios; cuando al reunirse se saludan los unos a los otros con relatos de la diversión de la noche anterior?"

"La amistad con la taza de té está más de moda, que la amistad con la oración. El arrepentimiento y el ejercicio de las primeras obras que acompañan al primer amor, casi se han borrado, por las fiestas y las diversiones."

Amado hermano, éste no es el tiempo de diversión ni de fingimiento, sino de lágrimas, agonía, intercesión y pena "entre el atrio y el altar". Es tiempo de convocar a una asamblea solemne, y arrodillarnos ante Dios con ayuno y oración. La emergencia de esta hora presente es suficiente para postrarnos de rodillas y gritar: —¡Perdona, Oh Jehová, a tu pueblo!

Recobrar el dolor perdido será costoso. ¿Cuánto le costó a Pablo el estar abocado a ganar almas? La pérdida de fama, de amigos, de riquezas, de descanso, de reputación y de parientes.

 ¿Cuánta separación, llanto, cicatrices y privaciones tiene usted?...¡y todo porque deseaba que otros encontraran a Cristo!

Él tenía una pasión por las almas que ardía, consumiéndolo sin cesar a pesar de todas las oposiciones.

¿Compartiríamos la misma agonía del Apóstol por las almas de los hombres?

Podemos encontrarla donde Pablo y todos los otros la encontraron: Al pie de la cruz.

Es imposible trabajar y ser testigos de Cristo, teniendo el corazón frío y los ojos secos. Es imposible, si verdaderamente entendemos que a Él le costó el derramamiento de su propia sangre, para que los pecadores sean salvos del pecado y del infierno.

El llamado urgente

 

"Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: ¿Dónde está su Dios?"  Joel 2:12-17.

Unción de lo Alto.